Saturno devorando a su hijo
Saturno, después de arrebatarle el trono a su padre a base de cortarle los genitales con una hoz, se casa con una de sus hermanas. Saturno sin embargo, no sólo heredó por la fuerza el trono de su padre, sino que también heredó el miedo a que alguno de sus hijos se lo quitara, como le pasó a su propio padre. A causa de ese temor, Saturno fue devorando uno a uno los hijos que su mujer iba pariendo. No obstante, el instinto maternal de su mujer la obligó a engañar a su marido para salvar al último de sus hijos, entregándole a Saturno una piedra envuelta en pañales que se tragó, quedando así a salvo su último hijo en el monte Dicte, protegido por las ninfas.
Obra referente al mito:
Esta pintura da una imagen de un dios desesperado, nervioso y crispado devorando un frágil cuerpecito al que ya le ha arrancado cabeza y brazos. La visión del dios como un viejo frenético cuya boca es una fauce negra y cuyo pelo se agita hacia un lado mostrándonos un aire de locura como si fuera un depredador y las manos agarrando horriblemente el cuerpo de un hijo, nos deja ver un cuadro sobrecogedor que estremece por su crueldad y violencia destada.
Autor de esta publicación: Lucía Ortega