Diana y Acteón
DIANA Y ACTEÓN
La diosa Diana era la protectora de la caza, la cual era su actividad habitual.
Mientras cazaba, recorría bosques y montes, siempre acompañada de sus ninfas.
Una vez que estaban cansadas de hacer semejante ejercicio, se acercaban a las orillas de los ríos o fuentes y aprovechaban para darse un baño y así descansar.
Estas divinidades se preocupaban mucho por su intimidad, de modo que ningún mortal podía verlas desnudas; si esto se diera, el mortal sería castigado.
Ésto le ocurrió a Acteón, de Tebas, que estaba realizando su actividad favorita, la que era cazar, en un monte junto con el centauro Quirón.
Sin querer, se acercó donde la diosa protectora de la caza y sus ninfas estaban tomando el baño habitual; más el joven no se retiró, sino que se quedó observando a las mujeres, pero sobre todo, a Diana, ante la cual se quedó extasiado por su belleza.
Ártemis, la diosa protectora de la caza, cumple y castiga a Acteón. Lo convierte en un ciervo y por tanto, los perros de caza de éste lo atacan en jauría. Los perros no reconocen que ese ciervo al que estaban atacando es su dueño y por tanto, lo matan.
Después de este hecho, los perros buscan de forma desesperada a su dueño, hasta que llegaron a la cueva en la que se encontraba Quirón, el que, viendo lo tristes que estaban los perros por la pérdida de su amo, les talló una estatua de Acteón para consolarlos.
Este cuadro representa el mito anterior. Se observa a la diosa Diana y a Acteón. La diosa está bañándose junto a las ninfas y Acteón observandolas.
Es un cuadro de Tiziano, un pintor italiano del renacimiento. Este pintor se caracteriza por el uso del color, vivos y luminosos.
Este cuadro representa el mismo mito. Esta obra fue realizada por el pintor francés de estilo rococó. Se observa como el ciervo, Acteón, huye de la jauría de perros; mientras que la diosa y sus ninfas se bañan.
En esta cerámica de la Antigüedad se está representando el momento de la muerte de acteón, a causa de sus perros, mientras Artémis-Diana observa la escena.
Esta es una escultura, la cual cabe destacar que es muy fiel a la realidad y se observa como los perros atacan a Acteón, su dueño, sin percatarse de quién es realmente.
Autor de esta publicación: Jesús Payán Rodríguez